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El lobo desdichado

El lobo desdichado

Andaba una vez un lobo hambriento buscando comida por los alrededores del río. Sintió un ligero rumor... se paró a escuchar y olisqueó el aire. Caminó un poco río abajo y se encontró con una cerda y sus ocho cerditos.

- Cerda, te voy a comer los cochinos - dijo el lobo.

- Bueno, qué voy a hacer. Pero te agradecería que me hicieras antes un favor - contestó la cerda.

- Venga, dilo rápido, que hace una semana que no como - gruñó el lobo impaciente.

- Pues... que aún no los he bautizado. Si tú quisieras ayudarme...

- A ver... ¿que tengo que hacer?.

La cerda le hizo ponerse a la orilla del río, en un sitio donde había bastante corriente y, cuando el lobo estuvo más descuidado, le dió un empujón con el hocico y lo tiró al río. Como la corriente era muy fuerte el lobo fue llevado lejos de donde estaba la cerda y sus crías.

Al fin consiguió salir un un zona de remanso, muy cerca de un prado donde estaban cuatro carneros pastando. Se acercó a ellos pensando en darse un buen banquete, pues a aquellas horas del día y después del remojón se le había agudizado más el hambre.

- No intenteis huir, carneros, aún no he desayunado - dijo el lobo relamiéndose.

-Está bien lobo no podemos escapar, pero antes ayúdanos a repartir esta prado que nos dejaron nuestros padres de herencia.

-Ya estamos otra vez... ¿qué tengo que hacer yo?

- Mira, tú te pones aquí, en el centro; cada uno de nosotros nos ponemos en una esquina del prado. Vamos corriendo hacia tí para marcar una linea recta en la hierba. Así quedará repartido en partes iguales. Luego ya podrás comer a quien más te guste.

- Hala, pues rapidito.

Así lo hicieron: el lobo en medio del prado y los carneros en las esquinas. Cuando uno de ellos hizo la señal se lanzaron a correr en dirección al lobo, todos con la cabeza agachada y los cuernos por delante. Llegaron todos al mismo tiempo y del cornetazo que le dieron salió despedido por los aires.

Ya pasaban cinco o seis horas del mediodía cuando el lobo llegó a otro prado en el que pastaban tranquilamente una yegua con su potrillo. El lobo, que ya tenía un dolor de barriga enorme se acercó muy seguro de sí mismo.

- Hola yegua. ¿Ya has bautizado a tu potrillo? -le preguntó el lobo desconfiando.

- Sí, ya hace días. ¿Por qué me lo preguntas?

- No, por nada. Oye yegua, ¿este prado es tuyo o tienes que repartirlo con álguien? - volvió a preguntar el lobo.

- Es mío, es la herencia que me han dejado mis padres. -contestó la yegua, sin saber dónde quería ir a parar el lobo.

- Está bien. Sabrás que es la hora de merendar y aún no he desayunado, así que me voy a comer tu potrillo.

- Si quisieras hacerme antes un favor -se quejó la yegua- . Tengo un clavo en esta pata trasera que me lleva haciendo daño todo el día y yo sola no puedo sacarlo, pero tú sí podrías hacerlo facilmente con tus potentes dientes.

- Venga, venga, no hables más, no me hagas perder más tiempo. Levanta la pata para que yo pueda tirar bien.

La yegua levantó la pata y cuando notó que el lobo tenía ya muy cerca la cabeza y estaba buscando el clavo... le dió una coz que todos dientes del lobo saltaron por los aires y el lobo salió rodando.

Cabizbajo y con la cola entre las patas el lobo se fue al bosque y se tumbó a descansar debajo de un robusta encina. El lobo se lamentaba de esta manera:

- ¡Quién me mandaría ser a mí bautizador de cerdos, si mis padres nunca lo fueron!

-¡Quién me mandaría a mí ser repartidor de prados, si mis padres nunca lo fueron!

-¡Quién me mandaría a mí ser arrancador de clavos, si mis padres nunca lo fueron!

-¡Ojalá caiga un rayo y me mate! - se quejó el lobo dando un fuerte aullido.

Encima de la encina había un leñador cortando unas ramas y al ver el lobo debajo tiró el hacha y le cortó el rabo.

El lobo salió de allí diciendo:

-¡Patas, para qué os quiero!

Y no volvió a verse al lobo por aquellos lugares.

Cuento popular de Castrocalbón (León)

1 comentario

Paco -

Creo que completo dice algo asi como:
Pin pirineja
la madre coneja
conejito real
pide po la sal
sal menuda
pide pa la cuba
cuba de barro
pide pal caballo
caballo mordisco
pide pal obispo
obispo de Roma
guarda la corona
que no te la vea
la gata rabona
de la tia simona

(Esto se dice mientras se pellizcan ligeramente los nudillos de una mano de un pequeñin)